domingo, 16 de enero de 2011

Atasco y otras miserias

Es penosa la actitud del conductor latino, galleando en un amagar y no dar, mientras oleadas de recuerdos familiares acuden para sostener su cobardía -¡agarradme que lo mato!-. la madre mentada o los nombres de los hijos impresos en la visera del camión. Luego, la impotencia cobarde de unas manos temblorosas, la furtiva lágrima de la vergüenza y el retorno tierno al seno familiar en busca del orgullo perdido en una calle atascada, eso sí, sin dejar de imaginar frías venganzas que nunca se darán.

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