miércoles, 25 de noviembre de 2009

Ocurrió

Ocurrió, y no es poco. Nadie lo esperaba, no obstante, ocurrió. El joven camarero anduvo impreciso en sus declaraciones: lo había presenciado, sin embargo, sus retinas no fueron capaces de captar el significado de lo acaecido. Nadie más había en aquel lugar capaz de aclarar lo sucedido, tan sólo un pobre ciego, que explicó lo inadvertido de aquel silencio que nada significó a sus oídos adiestrados, como era natural, a los sonidos de su más completa oscuridad. El perro, sí, el perro aulló más tarde, pero sus aullidos formaron parte de la evidencia de aquel extraño suceso.La gente acudió en un goteo constante a buscar la explicación de lo que decían había pasado, aunque de forma muy vaga. Como una marea, el lugar se llenó de curiosos. Se aproximaban al camarero que, incómodo, buscó amparo al lado del ciego y de su perro lazarillo. El gentío comenzó a ser agobiante y, entonces, volvió a ocurrir de nuevo. El perro lo advirtió antes de que el hecho sucediera una vez más, sin embargo, la gente, atenta a interpretar el silencio percibido por el ciego y la imprecisión del joven camarero, no llegó a observarlo esa segunda vez. No obstante, ocurrió, el perro parecía querer demostrarlo con sus aullidos.Nadie de los presentes fue capaz de explicar con palabras un hecho desapercibido, tampoco el periodista que, astuto, anotó en su libreta un buen titular: “Nada ocurrió con lo ocurrido”

2 comentarios:

Madison dijo...

Hola Fenix, no sabía que tienes un blog.

Con tu permiso me quedo por aquí y aprovecho para enviarte un abrazo.

Antonio Ruibérriz de Torres dijo...

Hola Madi, quédate el tiempo que quieras, estás en tu casa. Lo que ocurre es que entro poco, pero bueno, de vez en cuando anoto algo y contesto a quien me comenta.
Un beso